Ministerio de reconciliación
Mientras Martin Luther King Jr. predicaba un domingo por la mañana en 1957, intentaba resistir la tentación de contraatacar a una sociedad sumergida en el racismo.
Temporada solitaria
Entre la pila de correspondencia posterior a la Navidad, descubrí un tesoro: una tarjeta hecha a mano y pintada en cartulina reciclada. Unas sencillas pinceladas de acuarela evocaban un paisaje invernal con colinas adornadas de pinos. En la parte inferior, enmarcado en bayas rojas de acebo, aparecía este mensaje manuscrito: ¡La paz sea contigo!
Pax Romana
Nadie puede afrontar el precio de la guerra. Un sitio de Internet informa que, actualmente, 64 naciones están involucradas en conflictos armados. ¿Cuándo y cómo terminarán? Deseamos tener paz, pero no a expensas de la justicia.
Más allá de la decepción
Un video gracioso muestra a un niño que se entera de que va a tener una hermana. En medio de su decepción, se lamenta: «¡Siempre nenas, nenas y más nenas!».
Los poderosos finlandeses
Cientos de tanques y miles de soldados aparecieron frente al reducido ejército finlandés. Ante la inquietante perspectiva, un valiente soldado dijo del enemigo: «¿Dónde encontraremos espacio para sepultar a todos estos?».
Engreimiento inherente
«¿Quién se cree que es?», dijo un amigo mío sobre un creyente que conocíamos. Ambos pensábamos que era muy soberbio. Cuánto nos entristecimos al enterarnos de que lo habían descubierto en algunas faltas graves. Lo único que consiguió al engreírse fueron problemas. Comprendimos que a nosotros podría pasarnos lo mismo.
¡Tenemos fruta!
La joven madre suspiraba mientras buscaba qué darle de comer a su hijita de tres años. Al ver la canasta de frutas vacía sobre la mesa, se lamentó «¡Si tan solo tuviera unas frutas, me sentiría rica!». Su hijita la escuchó.
Pañuelos de papel
Mientras estaba sentado en la sala de espera de cirugía, tuve tiempo para pensar. Hacía poco, había estado allí cuando recibimos la desgarradora noticia de que mi único hermano, mucho menor que yo, tenía «muerte cerebral».
La tiranía de la perfección
Al Dr. Goldman lo obsesionaba ser perfecto al tratar a sus pacientes. Sin embargo, en un programa de amplia difusión, admitió que había cometido errores. Reveló que, luego de tratar a una mujer en la sala de primeros auxilios, decidió darle el alta. Más tarde, una enfermera le preguntó: «¿Recuerda a esa paciente que mandó a su casa? Bueno, volvió». La habían vuelto a internar y murió. La situación lo devastó. Se esforzó aun más para ser perfecto, pero aprendió lo inevitable: es imposible ser perfecto.
Héroes decepcionantes
La tendencia actual en muchos países es «reeditar» su historia. Próceres destacados, anteriormente reconocidos y honrados por sus luchas incansables para lograr la independencia de sus pueblos, son ahora reprobados al darse a conocer ciertos aspectos oscuros de sus conductas y prácticas. La buena reputación de muchos ha sido manchada por revelaciones irrefutables. Aun así, no dejan de ser héroes.